Fueron Jerónimo y Agustín quienes inclinaron la opinión occidental hacia la aceptación de Hebreos como una epístola paulina. No es que estuvieran convencidos de ello sobre bases de crítica literaria sino porque, como una cuestión práctica, su canonicidad estuvo ligada con la creencia de su autoría paulina. “Más bien estoy motivado—escribió Agustín—por el prestigio de las iglesias orientales que también incluyeron esta epístola entre los escritos canónicos.”69 Aun así, las primitivas promulgaciones
Page xxxix